Hoy he impartido un taller de street photography con motivo de un evento anual que organiza la escuela de fotografía en la que trabajo como docente. Durante el mismo, he podido dedicar
algunos instantes a tomar retratos en el centro de Madrid. Lo mejor de todo es que me he encontrado con pequeñas píldoras de buena fortuna, gente que me confirma que cada uno de
nosotros somos especiales y únicos. Lo veo cuando observo a las personas tras la lente, también en aquellos alumnos que vienen a aprender y que cada día me enseñan más cosas. Lo cierto es que he
regresado a casa feliz (no encuentro otra palabra) así que decidme si eso no es un premio gordo.