Quedamos deslumbrados por el cine y la publicidad así que algunas ciudades son más imaginarias que reales. Hace poco he visitado Nueva York, con sus edificios deslumbrantes, su cultura y ocio... Pero detrás de todo eso hay también un ritmo frenético, una urbe de gente anónima que lucha por su vida y sueños en un entorno en el que prima el individualismo. He querido mostrar también esa parte mediante retratos despersonalizados por la sombra que se crea en los rostros de la gente. Los protagonistas conforman un retablo de seres aislados por una cultura capitalista, donde el trabajo y el dinero son el leitmotiv a seguir.